
NUEVAS VARIANTES
El COVID-19 inevitablemente ha evolucionado con el tiempo, como cualquier otro virus. A pesar de que los rasgos esenciales del virus siguen siendo los mismos, algunas “mutaciones” pueden dar lugar a diferencias considerables y peligrosas en las características básicas y, de manera consecuente en los efectos que el virus puede crear en el cuerpo humano.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado hasta el momento cuatro de las mutaciones más relevantes que han surgido hasta ahora como ‘variantes de preocupación’ y ocho más como ‘variantes de interés’; el descubrimiento de estas nuevas cepas conlleva afrontar nuevas dificultades e incertidumbres en la lucha contra la pandemia. Es importante saber que algunas mutaciones debilitan el virus y otras pueden producir una ventaja que le permita proliferar.
Los científicos resaltan la facilidad con la que se propagan estas variantes, el cambio en el entorno de la enfermedad, el cuestionamiento con respecto al nivel de inmunidad de las vacunas y el éxito deseado de las medidas de diagnóstico, tratamiento y protección.
Variante alfa (B.1.1.7) Cepa alfa
La llamada cepa B.1.1.7, detectada en el Reino Unido en septiembre de 2020 por primera vez y luego denominada alfa, fue la primera mutación de COVID-19 que la OMS definió como una variante preocupante.
En un estudio realizado se descubrió que la variante era entre un 43% y un 90% más contagiosa y posiblemente más letal pero con una alteración en los síntomas ya que ésta desarrolla pequeñas erupciones cutáneas o pérdida del color en los dedos de las manos o de los pies.
Variante beta (B.1.351) Cepa beta
En el caso del B.1.351 variante beta, se detectó por primera vez en Sudáfrica en octubre de 2020, en un asentamiento cerca de la bahía de Nelson Mandela, siendo la primera mutación de COVID-19 que ha surgido entre las cepas definidas como variantes de preocupación por la OMS.
Se detectó que esta variante se desarrollaba más comúnmente entre individuos jóvenes sin antecedentes de enfermedades agudas y presentaba un mayor riesgo de enfermedad grave en el grupo de edad en comparación con el tipo nativo de COVID-19.
Desafortunadamente al compartir similitudes con la variante alfa, la cepa beta crea mutaciones adicionales en la proteína de pico y ha generado preocupaciones de que el virus pueda desarrollar resistencia a las vacunas y aumentar el contagio del virus.
Los fabricantes de vacunas Johnson & Johnson, Pfizer-BionTech, AstraZeneca-Oxford, Sinopharm y Moderna informaron que la variante reduce la protección de las vacunas COVID-19 y desarrolla resistencia contra los anticuerpos.
Variante gamma (P1) Cepa gamma
La variante P.1, detectada por primera vez en Japón en pasajeros que viajaban desde Brasil en enero de 2020 y luego denominada “gamma”, también se encontraba entre las mutaciones de COVID-19 descritas por la OMS como una variante preocupante.
Esta variante causa 17 cambios en los aminoácidos del virus. Diez de estos afectan la proteína de pico, que permite que el virus se adhiera al cuerpo humano. Posible aumento de la transmisibilidad y escape moderado a la respuesta inmune.
Predominante en América del Sur, especialmente en Brasil. Presente en numerosos países europeos aunque con baja frecuencia.
Variante delta (B.1.617.2) Cepa delta
Detectada por primera vez en la India en octubre de 2020 y llamada doble mutante, la 1.617.2 fue la última mutación de COVID-19 descrita por la OMS como una variante preocupante.
Se estima que la variante Delta del virus, que causa mutaciones en la proteína de pico que pueden afectar la infecciosidad y la resistencia a los anticuerpos, fue responsable de la segunda ola de la pandemia, que comenzó en marzo en India y aumentó el número diario de casos, hasta 400.000.
La OMS anunció, el 19 de junio en un comunicado, que se esperaba que la variante delta, altamente contagiosa, se convirtiera en la cepa dominante en todo el mundo.
A lo que el Servicio de Salud Pública de Inglaterra señaló que las vacunas de Pfizer-BionTech y AstraZeneca-Oxford fueron 88% y 33% efectivas, respectivamente, después de la primera dosis contra la cepa delta, mientras que la vacuna Pfizer-BionTech fue 88% y la de AstraZeneca-Oxford fue 60% efectiva después de la segunda dosis.
La OMS ha resaltado el riesgo latente de que más variantes sigan surgiendo a medida que el coronavirus continúe propagándose y la población siga descuidado las medias de cuidado para evitar el contagio de este virus.